Día 56.
Vuela el artefacto de metal sobre los astros, investigando en el candor de tus miradas la fecha exacta de arribo hasta tu puerto. Prisionera de luz ya no responde al impulso de razones que, soberanas hará poco, le dictaron lejanía, un largo tiempo junto al mar.
La multitud de las palabras que dieron forma al universo se condensa en tripartita conjunción de dos pronombres: tú. Que nos preparas con la pausa entre fugaces espirales producidas tras tormentas de este sol que ha levantado el polvo a los planetas. Cuando me escuches el canto en los sistemas de la nave sabrás que yo pensaba igual desde el principio. Y escucharás atenta el sentimiento alado: siempre que el paisaje siembre dudas, cortaré por el espacio haciendo surcos hasta llegar entre tus manos.
Con la esperanza de aprender el viaje de ida y vuelta abro bien los ojos pero el polvo del cometa que nos carga tras su estela me deslumbra. Hace frío aquí como en la tempestad de mis noches polares. Respondo siempre en movimiento. No sé si ganaré calor o la entropía me absorberá.
En medio de la noche de los tiempos, al penetrar la nebulosa del caballo en duermevela, el corazón, mi copiloto, se asemeja al rey aqueo que elucubró el plan de la victoria. Desde el vientre equino saltaré hasta doblar el universo y coincidir en este tiempo y este espacio con tu voz. No importa cuántos años luz me lleve el viaje porque siento que el mundo estalla en tu mirada. Es el Big Bang que retrocede al universo hacia su inicio desde ti. Y si el creador supiera lo que hizo, tomaría él mismo una nave para llegar también hasta tu puerto.
1 comentario:
Lo que más me gustó fue exactamente: "Es el Big Bang que retrocede al universo hacia su inicio desde ti. Y si el creador supiera lo que hizo. Tomaría él mismo una nave para llegar también a ti."
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