sábado, 22 de marzo de 2014

Laberinto 38.5 Elegía de los rizos: Quinta Elegía


§ 5. De cuando la estructura de los rizos es imagen y espejo de los principios con los que se construyen universos
Para Ginny; para Lucy

5.1  Minos conjuró una casa desprovista por completo de puertas aceradas, de ventanas y visillos; pero repleta de hogares ordenados y pasillos infinitos. Inspirado por los rizos de Pasifae ideó catorce giros a la izquierda y otros tantos retornos a su diestra. Pero el hijo de los dioses ignoraba desde el vientre los decursos de esos labios, y la fiebre de los pasos serpenteantes, y las sacras avenidas del olvido taciturno.

5.2  Hemiunu, artífice de la última morada de los reyes allá en Giza, en una noche febril soñó la radiante cabellera de  Hathor, la señora de los rizos, quien le dictó reticulares caminos que habrían de ser grabados en el interior del Poliedro inexpugnable. Y si algún día descubrieran otros ojos los ocultos pasos, guardados en los túneles con celo, no agradaría al recuerdo del egipcio percibir la luz oculta en diagonales que semejan aquellas clericales cabelleras sorprendidas del boceto de los cielos.

5.3  Qin Shi Huangdi, constructor de la Gran Muralla, desenvolvió al edificarla el rizo de alguna deidad del lejano reino de la India; donde los hombres, según leyendas ancestrales, tendrían vida indestructible para siempre. No sabrían los sabios del presente dirimir la discusión a favor de los amores imposibles, por entender que la Gran Obra existió para romper a las naciones. Pero los sabios perciben que en ella se celebra la hermosura serpentina que habría de ser guardada en terracota por miles de soldados inmortales.

5.4  Fidias, que esculpió en el Partenón la ancestral figura de la sabiduría rizada, no fue inspirado por el aliento sempiterno de la diosa sino por el vaivén de los cabellos de una joven destinada a su servicio. Mas Pericles, el astuto, no advirtió que la fuente verdadera del diseño era simplemente humana, y maravillado proclamó el ritual y el culto de la forma. Y si tantas otras manos rodearan las estructuras y enjugándose las lágrimas vistieren las santas curvas derramadas, no sabremos cuándo tornarán sus ojos tristes hacia verdades reveladas.

5.5  Sha Jahan erigió aquel mausoleo de sustancia de leyenda para forjar el recuerdo perdurable de su dicha. Y el monarca reclamó la vida de los hombres que elevaron la perfecta armonía del universo cuando Mumtaz Mahal, su favorita, la belleza de los rizos coronados, transitara hacia el olvido. Pero en el orbe no hallarían otro lugar apto a la memoria de las devociones. Y en el momento irrepetible fundirían sus descendientes la voluntad de los amantes, que hasta hoy no sabrán los corazones de la pérdida del amor perfeccionado.

5.6  Ahora yo, que construyo en estos versos el bosquejo de tus rizos, me levanto en hombros de gigantes para esculpir con mis palabras no un mausoleo ni una muralla inexpugnable, sino un recuerdo que te abrace aún en los días del artificio perfumado, cuando el lejano suspiro resuelva las medidas de tus sueños en la gracia multiforme del Hacedor de tus cabellos. Ahora yo, que canto con los nombres la gloriosa arquitectura de tus rizos, me declaro griego y chino y otomano para siempre perdido en sus revoluciones.  

martes, 11 de marzo de 2014

Laberinto 38.4 Elegía de los rizos: Cuarta Elegía


§ 4. De las vueltas que da la vida en una cabellera ensortijada
Para Gabby

4.1  El tiempo avanza en espirales al olvido. Si alguna vez la ciencia lo negara, exigiendo pruebas del principio irrefutable, yo ofrecería la visión certera de una cabellera ensortijada. En ella se guardan los secretos de la vida, del tiempo y del silencio. En ella se pierden los anhelos, las diatribas y el espacio. El mismo curso de su fugaz historia prevalecerá en el salón de la escritura. Lejana, intocable para estas manos; pero acariciada alguna vez con la mirada.

4.2  Hubo, al principio de la historia, antes de mis palabras de poeta, un espacio en que los rizos no venían en espirales definidas. Desparpajados, en madejas perpetuadas hasta el polvo, disimulaban la belleza de su centro con mil ideas en confusión atropellada, unas sobre otras, cuando el anhelo de otros tiempos más sencillos embargaba el pensamiento y no dejaba reposar sobre las horas a los ojos preparados solamente para hurgar en el pasado.

4.3  Así encontré alguna vez tu cabellera ensortijada. Se te enredaba en los sabores de aquella angelical ciudad que abandonaste por fuerza del destino y los dolores. Se enmadejaba en los reclamos de tus labios que acusaron a destiempo la dilución de las fortunas. Así me percaté del infinito enredo que puede hacer la desventura entre los rizos. En el momento en que solapa los espacios, y sus curvas se sorprenden entre sí con inestables estructuras figuradas por la angustia de las manos.

4.4  Pero el caos no soportará jamás el paso de las aguas. Y los ríos de lágrimas derramados en tu almohada ensancharon la constante agua de vida hasta que el torrente de certeza te abrigara por completo. De un lado a otro presagiaste la huida hacia el antiguo lugar de libertad, y tal vez lo lograste por un tiempo; pero los cielos saben mejor de la humedad que necesitan los rizos para ser, aunque vivan añorando los fríos secos de altiplano.

4.5  Cuatro caminos se tenderán desde un cabello perfumado. Yo me perdí, por cierto, buscando esos senderos. Y es que cuando el tiempo se enreda en curvilíneas cabelleras, la llama de la luz se vuelve tenue. No vendrá del norte la confianza; ni el sur abrigará cien madrigales matutinos. Pero del este zarparás hacia el empíreo; del oeste avanzarás hacia el ensueño.  Y de los días lejanos de la aridez de estepa quedará sólo el recuerdo.

4.6  Sucederá que siempre, entre los bucles trigueños, habrá una nueva razón para las vueltas. Marzo, en máscara de flor, despejará los fríos de tu febrero. Pero nunca seré yo quien te viera florecer. A mí sólo me esperan los sabores del olvido en monasterio de palabras. Sucederá que a veces, sin embargo, hasta el cabello dorado por los rayos del planeta llegaran los versos de suspiros favorables, nuevos como el estilo que pasa, viejos como los cedros de casa.

miércoles, 5 de marzo de 2014

Laberinto 38.3 Elegía de los rizos: tercera elegía


§ 3.  Donde se da cuenta de la encarnada maravilla de las cabelleras de luz y de sus viajes a tierras extraordinarias
Para Abril

3.1  Millares de estrellas, con  Zephyros y el trueno, figuran imperfectas mímesis del discurrir de tus cabellos. Los anima, en gracia plena, la multitud de tus desvelos entre tierras; misterio de flor y nombre de enarengo, ¿te deslizas a occidente a la zaga  de otras voces?, ¿y aún regresas a levante colmada de gracia y de secretos? Volver a ver tus libertades sería por siempre ráfaga de sueños, y sin embargo sé que no dominará completamente un hermético distrito esos rizos coronados de luz de plata y gelatina.

3.2  Como no someterá el espacio a ninguna cabellera de ondas perfumadas, la sangre llama astuta al capilar lozano desde el agua que nos bebe; bebe y fluye entre los nombres perdidos de unos lagos que jamás te harán la mar. Y es que, máscara la risa, máscara la transparencia de tu piel; me conmueve siempre hasta el quebranto tu palidez de lirio, y me invita a imaginar que en las cuencas de tus rizos se perdieron los fugaces como restos de hojarasca entre la tierra.

3.3  Asimilas mi palabra al temporal, y esta voz trepida ondeante por tu bosque a pesar de sus afanes persistentes. Así habrán de amanecer veloz mensaje algunos vientos que la urdimbre de tus pasos en los puntos cardinales me provoca. Módica reunión del albor y del enigma, sólo tus sutiles pámpanos, que acarician azucenas, andarán a someter este planeta al imperio de tus arcos de certeza. Agradezca la creación este resguardo; agradezca la dulzura aquellos viajes que te lucen en los bucles y en la piel.

3.4  Mística espiral de caracoles, dejas correr las olas como el viento que pasa. Y cada cabellera se transcribe en ti con melancólico aspaviento de firmeza. Yo no sabría decir si aquella brisa vespertina alcanzaría a caminarte medianoche en la antequera esmeraldeada; si acaso habrás de suspirar por días o meses, semanas o años hacia la perla occidental a los volcanes; o si en el río sagrado fundarás la cúpula señera de  espirales y selvas espigadas.

3.5  Sólo acertaré a decir que, por tus rizos, la luna mueve en curvas nuevos rostros. Y que al sonar de un cascabel, en elíptica perfecta ascenderás hasta otros versos. Así es el infinito en tu cabeza; lleno de luz, de oscuridades y retornos. Mientras que abajo, mis ojos anhelantes, otra vez, escucharán la multitud de obturaciones de tus cabellos desenvueltos perturbando a estos rígidos abismos.

3.6  Sólo acertaré a cantar que, en tu transcurso, esta breve pluma vislumbra nuevos pasos. Y que al rociar de una burbuja, la helicoidal repetición de sombra y luz resaltará tus rizos apretados. Así está el curso en tres instantes compilado; los de tu faz, los de tu aroma, los de tu voz. Mientras que allá, mi palabra de heraldo y caminante declarará al destino: mulata conjunción de sus raíces la formó blanca con cabello abigarrado.