domingo, 6 de abril de 2014

Laberinto 38.7 Elegía de los rizos: Séptima Elegía


§ 7. Donde se cuenta la capacidad curativa de los capilares milagrosos
Para Gpe. A., treinta días antes del inicio de tu ciclo

7.1  La hermosa colisión de los planetas te creó perfecta y suave en la antigua Ciudad Blanca que fue hallada oculta entre los cerros cubiertos de añejas arboledas. Te tomó de donde nace el agua salutífera de mayo, bajo piedras huecas que se escapan con las gotas de humedad cuando el llano sufre los calores del estiaje. Quizás aún tu cabellera no acusaba las ondas que la pueblan en sus puntas, pero el brillo de la luna en tu mirada convenció a los amorosos de perpetuar tus alegrías.

7.2  Así tu viaje comenzó entre luna llena y la alborada. Cuando el ritmo de las olas, obedientes a la mística obstetricia decretada en armonía de las esferas, llamó al carácter natural de tu corpórea esencia hacia la vida afuera de la primer morada de los hombres. Y el carácter de tu voz, que adivinaba apenas la intangible senda del hipocrático decreto, se asentó en la imagen plata del conejo que alumbrara en cuerpo entero, con los ojos bien abiertos, tu inicial ondulación en esta esfera.

7.3  Te encontré, no por acaso, entre el divagar de los pasillos. Y mi palabra se quedó orbitando en una onda en tu cabello, mientras los soles de tus ojos la empujaban hacia atrás y hacia delante como estrellas gemelas de un sistema que no acepta lejanías. No sabía entonces que las ondas que escondías en tu coleta sanarían mis soledades de futuros. No sabía que al musitarle a tu cabello penetraría en el misterio de Galeno, que curaba con la luna, con el sol y con el alma asomada por los ojos.

7.4  Te imagino perfecta en los jardines bajo luz de luna llena; cuando el hijo racional de Hipócrates de Cos te dé anuencia para el brevísimo descanso. Te imagino alada, con tu cabellera suelta al viento de la noche; dejando atrás el milagro inesperado del rescate de los órganos y el misterio superado de la armonía de los humores. Te imagino suspirando la armonía perfecta entre tus labios, la música de corazones que habrán esperanzado a vida nueva tus labios firmes, tus bucles libres, tus ojos claros.

7.5  La incorpórea sabiduría de tus desvelos habrá de emancipar con música de serafines a los sanos. Misterios de onduladas correrías entre pasillos y salas y quirófanos a un tiempo amontonados, que semejan el avance de Quirón entre los vivos, y el triunfo del mítico centauro sobre la muerte, te mecerán con libertad entre las curas y remedios. Mira bien que no abandone tu cabello la simple suavidad con que ha nacido, la bella misteriosa esencia que me encanta entre sus ondas.

7.6  Tus manos serán material para leyenda. Y tu cabello, que simula los caminos de la vara de Asclepio, revolverá entre los sabios tratamientos para acusar la sanidad en otros cuerpos. Te cantaré mientras la luna crece, hasta llegar tan pronto como pueda a tu recuerdo. Te contaré las maravillas de tu oficio, que ha sido aún ser mí lectora. Te escribiré la fe de los poetas a ti que, con tus ojos, has venido a curar la soledad de mi escritura.

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