§ 10. De cuando los bucles producen conjuros mágicos que
sanan el alma
Para Maryfer R., en el día que celebramos la dicha de la palabra impresa
10.1 Toda ficción inscribe sus caminos como olvido. Muchas son
las vías por las que escapa; pocas, las veredas de retorno. En mi caso, las
palabras que se esfuman reaparecen a destiempo como ecos de las rocas en la
playa que simulan permanencia. Así, los trayectos recorridos me parecen,
después del primer viaje, aún todos nuevos; y así, tu cabello ensortijado,
fragante y apretado, me parece, hasta este día, todo nuevo y abundante.
10.2 Como si jamás hubiese de reconocer
ningún espacio y estuviera condenado siempre a explorar por vez primera las
propias invenciones de mis sentimientos y memoria, agoto la urdimbre de
palabras en tu imagen. Me predestino, así, a figurarte entre las sombras y las
letras; donde no hay gozo del primer descubrimiento, donde tu piel no se sabe
por el tacto sino por los ojos y su tersura se traduce en claridades. Quiera el Inmortal que entre los míticos
caminos aún te encuentre.
10.3 Te imagino ajena a las fábulas
fantásticas de horizontes insolutos, como ajena es tu belleza al desgaste de
las hojas de los tomos carcomidos. A ti, mujer de cabellos ondulantes, te
vislumbro plena entre los brazos del destino, amilanado en la carrera de tus
horas. A ti, portadora de las bondades serpentinas, te percibo eterna con la
luna en claridad más persistente que la del fuego; pero también esto lo
atribuyo a mi memoria de ti, a mi insistencia por saber cada reflejo de tu
espacio inescrutable.
10.4 Quizás no sea suficiente mi palabra para
desentrañar todo misterio pero insisto en divulgar tus bendiciones con el rumor
gozoso de los arcos del poema. Tal vez este brote de espectáculo en verdad
extraordinario logre callar a los ojos lo que millones ya te han dicho, y en su
silencio explique, entre las curvas, el motivo que dedico al pensamiento oculto
de tu esfera. Así, aunque sea a través del sinsonido, habré de atrapar algún
sabor de tus secretos.
10.5 Si fatigas junto a mí cada línea del
poema, conocerás que cada viaje se apropia del espacio a través de los
silencios. Multiplica los míos y sabrás la persistencia en mi memoria de tus
cielos, de los velos que cayeron de tu boca entre las letras. Yo he querido
perpetuar los tuyos entre ramos de hojas secas, celulosa y tinta china. Y por
eso, mi insistencia ha convertido este nido de palabra en hojarasca, que no ha
sido suficiente para hacer mullida cama al intelecto.
10.6 Pero sé que, en el principio, te conocí
entre las comas. Fue tu voz de tinta negra acompañada de tus risa lo que me
hizo despertar a tu belleza. Ahora, que estoy tan lejos, no me encontrarás bajo
la ley, sino en la gracia que destila esa escritura que te funda al mismo
tiempo que me atrapa. Muchas lunas han pasado y muchas otras pasarán en los
silencios de tus rizos. Aunque sé lo verdadero: tu cabello lleva escrita mi paciencia,
y en su tinta acusaré toda alegría.