§ 4. De las vueltas que da la vida en una cabellera
ensortijada
Para Gabby
4.1
El tiempo avanza en espirales al olvido. Si alguna vez la
ciencia lo negara, exigiendo pruebas del principio irrefutable, yo ofrecería la
visión certera de una cabellera ensortijada. En ella se guardan los secretos de
la vida, del tiempo y del silencio. En ella se pierden los anhelos, las
diatribas y el espacio. El mismo curso de su fugaz historia prevalecerá en el
salón de la escritura. Lejana, intocable para estas manos; pero acariciada alguna
vez con la mirada.
4.2 Hubo, al
principio de la historia, antes de mis palabras de poeta, un espacio en que los
rizos no venían en espirales definidas. Desparpajados, en madejas perpetuadas
hasta el polvo, disimulaban la belleza de su centro con mil ideas en confusión atropellada,
unas sobre otras, cuando el anhelo de otros tiempos más sencillos embargaba el
pensamiento y no dejaba reposar sobre las horas a los ojos preparados solamente
para hurgar en el pasado.
4.3 Así encontré
alguna vez tu cabellera ensortijada. Se te enredaba en los sabores de aquella
angelical ciudad que abandonaste por fuerza del destino y los dolores. Se
enmadejaba en los reclamos de tus labios que acusaron a destiempo la dilución
de las fortunas. Así me percaté del infinito enredo que puede hacer la
desventura entre los rizos. En el momento en que solapa los espacios, y sus
curvas se sorprenden entre sí con inestables estructuras figuradas por la
angustia de las manos.
4.4 Pero el caos
no soportará jamás el paso de las aguas. Y los ríos de lágrimas derramados en
tu almohada ensancharon la constante agua de vida hasta que el torrente de certeza
te abrigara por completo. De un lado a otro presagiaste la huida hacia el
antiguo lugar de libertad, y tal vez lo lograste por un tiempo; pero los cielos
saben mejor de la humedad que necesitan los rizos para ser, aunque vivan
añorando los fríos secos de altiplano.
4.5 Cuatro
caminos se tenderán desde un cabello perfumado. Yo me perdí, por cierto, buscando
esos senderos. Y es que cuando el tiempo se enreda en curvilíneas cabelleras, la
llama de la luz se vuelve tenue. No vendrá del norte la confianza; ni el sur
abrigará cien madrigales matutinos. Pero del este zarparás hacia el empíreo;
del oeste avanzarás hacia el ensueño. Y
de los días lejanos de la aridez de estepa quedará sólo el recuerdo.
4.6 Sucederá que
siempre, entre los bucles trigueños, habrá una nueva razón para las vueltas.
Marzo, en máscara de flor, despejará los fríos de tu febrero. Pero nunca seré
yo quien te viera florecer. A mí sólo me esperan los sabores del olvido en
monasterio de palabras. Sucederá que a veces, sin embargo, hasta el cabello
dorado por los rayos del planeta llegaran los versos de suspiros favorables,
nuevos como el estilo que pasa, viejos como los cedros de casa.
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